miércoles, 28 de julio de 2010

¡Me cago en la puta madre de Blogger!

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  Había decidido hacer limpieza entre los blogs que sigo desde hace mucho, al haber entre ellos un montón de porquería y resulta que no, que Blogger ha cambiado y no te permite la higiéne. Han cortado el agua.

¿Signifíca esto que tienes que aguantar en tu perfil a unas babosas asquerosas? Me temo que sí. Es la política de moda: ¡Más! ¡Más! ¡Más! Las redes sociales nos dominan y parece que se han infiltrado incluso aquí, que hasta ayer era un remanso de paz ante el avance de las redes.

En Facebook, justo después de haber pulicado lo de los 11.316 enfermos, he recibido hasta tres mensajes privados de uno que reside en Barcelona, con nombre árabe, y que me pidió amistad hace más o menos dos años. Nunca le respondí. Primero porque entonces no tenía actividad alguna en Facebook, y porque tampoco compartíamos un solo amigo común. Además, pensé que con su nombre musulmán, poca gracia le iban a hacer mis opiniones al respecto.
Después de tanto tiempo, sus mensajes resultan sospechosos. No insiste en que le agregue, pero me invita a no sé qué (ni me he fijado, cosas de esas de tecnología). ¿Tres mensajes en dos días para insistir en esta invitación? Sé que si respondes a un mensaje privado, este usuario tiene un mes para ver tu perfil aunque no lo hayas agregado a tus "amigos"... Trampas de las redes sociales.

Trampas. Trampas. Internet se ha convertido en una gigantesca trampa que deglute a quienes se adentran inocentemente, ignorantes de los peligros que acechan.
Atrás quedó la ilusión de un medio nuevo, una ventana al mundo desde la que expresarse, opinar y hacer amigos.
Ahora es una selva peligrosa, llena de enemigos sanguinarios y crueles de los que es imposible librarse por la impunidad que este medio otorga.

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