Matar al mensajero

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La gente no escarmienta. Aseguran que ellos callan, pero ¡ja!, ni debajo del agua. Si no, ¿a qué viene empezar un post diciendo: "Después de la sorpresa llevada con cierta "señora"...? O te callas o hablas, merluzo.

Esto está lleno de reprimidos. En el caso de este, no hay más que ver la obsesión que tiene por los curas pederastas. Para mí que su rencor viene porque a él nunca lo llamó el hermano Hermenegildo, ¡tanta ilusión que le hacia! Bueno, puede estar tranquilo, al paso que vamos, pronto podrá librarse de su frustración cuando lo llame su vecino Mohamed a las tres de la madrugada para que le ayude a desatascar el sifón del fregadero.

Ha pasado lo mismo que ocurrió cuando Francisca fue a un restaurante de postín para celebrar sus Bodas de Plata y encontó en la mesa vecina al marido de su amiga Rosario muy acaramelado con una rubia que no era Rosario, porque además de que Rosario es morena, no tiene las tetas como dos globos a punto de salir volando del escote como las tenía la rubia.

La pobre Francisca pasó una velada realmente mala. No sabía qué hacer. "¿Se lo digo a Rosario? ¿No se lo digo? ¿Cómo se lo digo?"

Al día siguiente, Rosario fue a su casa por la tarde, a merendar. Nada más abrirle la puerta, la pobre Francisca se vió asediada.

- ¡Cuenta! ¡Cuenta!
- Estooo... Muy bien...
- ¿De qué color era el mantel? ¿Había flores en la mesa? ¿El camareo servia el vino?
- No me acuerdo... Yo...
- ¡Atontada! ¡Cuéntamelo todo! ¡TODO!

Y Francisca lo contó todo, apremiada por la exigencia de su amiga.
Uy... uy...uy...

- ¡Zorra! ¡Mala amiga! ¡Lo que tú quieres es que mi Paco y yo riñamos! ¿Te crees que no me he fijado en cómo lo miras? ¡¡¡Putaaaaaaaaaa!!!

Y ahí acabó la amistad de Francisca con su vecina Rosario. Rosario se fue, tan contenta, luciendo su cornamenta y Francisca tuvo que ducharse con agua muy caliente para despegarse la etiqueta que le había pegado y que en realidad correspondía a la rubia de los globos.

Juro que existen criaturas así.




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