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Hay personas que, por más que se esfuercen, no pueden ocultar la rabía que llevan encima. Es algo que les corroe el alma y brota como una fuente de agua sucia y contaminada, a la vista.
Se comportan exactamente igual a los que critican, sin verlo.
El colmo es cuando también el veneno de la envidia les altera, mostrando su faz descompuesta.
Producen pena y no se dan cuenta.
domingo, 20 de diciembre de 2009
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